miércoles, 19 de febrero de 2014

Los mismos vende patria Protegiendo sus intereses

En 1861, temerosos del avance de la insurgencia campesina liderada por Ezequiel Zamora y dispuestos a entregar el país siempre que puedan resguardar sus propiedades, hombres asociados con la rancia oligarquía de la época, encabezados por Pedro Gual, Juan José Mendoza, Aureliano Otáñez, Manuel Felipe Tovar y Nicomedes Zuloaga, entre otros, suscribieron un documento denominado Exposición que muchos habitantes de Venezuela dirigen al Gobierno de S.M. La Reina de Gran Bretaña.

Allí solicitan la intervención directa de Gran Bretaña en nuestro territorio, todo bajo un supuesto deseo de recuperar “la paz y el orden”. En síntesis, se trata de un desesperado intento por obtener el apoyo de una potencia extranjera para mantener sus propiedades e intereses
intactos. Estos “venezolanos” le vendieron la idea a Gran Bretaña de usurpar la Guayana Venezolana.

A continuación, el documento extraído del libro Tiempos de Ezequiel Zamora (ediciones de la Biblioteca, Ministerio para la Cultura. Caracas, 2009. Pág. 644-645):

“Los que hacemos esta manifestación somos habitantes de Venezuela, hablamos por la experiencia que actualmente nos está suministrando este país, entregado a todo género de excesos y a la guerra social de que hemos hablado, la que no tendrá término sino con su completa ruina, que y dentro de poco estará perdido para sus habitantes y para las demás naciones que pudiera reportar inmensas ventajas con su comercio y relaciones amistosas,
si estas comarcas pudieran estar en paz y seguir su marcha regular.

Es un deber que tienen las naciones civilizadas de Europa de tender la vista a estos países e intervenir en ellos de una manera directa, cuya intervención no podrá menos que producir los mejores resultados.

Ninguna de las naciones de Europa puede con más ventaja poseer a Venezuela como la Gran Bretaña, y creemos que le sea más ventajosa esta posesión que la que tiene en la India Oriental. El paso que en esta materia debe darse está muy indicado, y aún es de extrañarse que hasta ahora nada se haya hecho en esto. Hay en Venezuela, entre los hombres pensadores, la opinión de que conviene a esta desprenderse del territorio de La Guayana y
negociarlo con la Gran Bretaña pagando con él la deuda extranjera contraída con súbditos ingleses, y además la deuda externa de la República que reconocerá o pagará en los términos que se estipule, que ambas deudas no montan a diez millones de libras esterlinas.

Esta opinión es mayor cada día, pero la multitud, el populacho y los demagogos se oponen a este traspaso de territorio o por lo menos no manifiestan buena voluntad a que se realice tal idea.

Es esta la causa que hay para que nunca proponga esta negociación el Gobierno de Venezuela, por el temor que le inspira el desenfreno de las masas.

Toca al Gobierno inglés dar principio a esta negociación de la que sacará felices resultados. (…) La Guayana venezolana es un país más extenso que Francia, (…) Este vasto territorio, que linda con la Guayana Inglesa, y que puede decirse que está desierto, está llamado a tener una gran importancia en la América del Sur. (…) Aquel suelo es también aurífero, diversas minas de este metal se han descubierto recientemente (…). La posesión de este territorio tiene inmensas ventajas para la Nación que lo ocupe. Por el Orinoco llevará su comercio a la mayor parte de la América Meridional; penetrando por las arterias de este río se irá al interior del resto de Venezuela, a la Nueva Granada, al Ecuador, y por el canal del Casiquiare, que lleva las aguas al majestuoso Amazonas, se irá al Perú, Bolivia y al Centro del Imperio del Brasil.

Flameando el poderoso pabellón inglés en la Guayana, no solamente mostrará esta su riqueza hasta ahora desconocida, sino que será un centro civilizador que repartirá su influencia benéfica a todas estas repúblicas, enseñándoles las ventajas positivas que trae al hombre el trabajo aplicado con inteligencia a todas las industrias, e impedirá que continúen en esta
guerra devastadora que los consume y embrutece. (…).

Es este un deber que tienen que llenar las naciones europeas para con las repúblicas americanas que necesitan su intervención tutelar sin esperar a que directamente se les llame de estas naciones, porque los propietarios y hombres de inteligencia no tienen libertad para hacerlo y sufren la presión del desenfreno popular, hasta el caso de no atrevernos a firmar
esta exposición la que hemos concebido, por el justo temor de que puedan difamarse nuestros nombres.

Antes de terminar debemos manifestar y encarecidamente pedir al Gobierno británico la más pronta resolución de esta materia, ya sea que se acojan nuestras ideas respecto de la negociación de la Guayana, o bien que se decida y lleve a cabo la intervención de una manera igual a la que las tres potencias Occidentales de la Europa emplean respecto a México, que es el medio más pronto y expedito que puede atajar los infinitos males que sufren estos pueblos.”

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